Después de experimentar lo mejor y lo peor que la sociedad norteamericana puede ofrecer, tuve una poderosa experiencia del Señor en 1988 que me llevó a un cambio radical de dirección en mi vida, hasta entonces, bohemia como músico y actor que trabajaba en Broadway y en el Tour nacional de Cats. Desde aquella experiencia poderosa con Jesús que me cambió la vida no tuve relaciones románticas. Abandoné la música y volví a la universidad.
En 1997 le hablé al Señor en oración acerca de un par de mujeres que en la iglesia me miraban con “ojitos brillantes” y dije: “Señor, si me estás llamando al matrimonio, está bien para mí. Sólo quiero hacer tu voluntad”. Escuché unas palabras en mi interior: “no quieres eso, tú me quieres a mí”. Entonces pensé que podría estarme llamando al sacerdocio. Pero nunca tuve un “sí” rotundo cuando lo discerní, entonces asumí que el Señor me llamaba a una vida casta como soltero. Comencé a trabajar en tecnología para personas discapacitadas y ocasionalmente volví a la música como artista cristiano, a tiempo parcial.
En Marzo de 2007, mi amiga Pam Howe me quiso presentar una inquilina suya evangélica que tenía preguntas acerca de la Iglesia Católica. Un par de semanas después Pam se me acercó con Kirsten. Hablamos un poco y le di mi web site católico; comenzamos a escribirnos via email.
Un día nos encontramos en Dow’s Lake para hablar de la Iglesia y empecé a notrar que Kirsten no sólo era bella, sino que era muy dócil al Espíritu Santo. Ella amaba a Jesús, y le había dado permiso para ser el Señor de su vida, como yo lo había hecho. Esto me impresionó y cuando partíamos me encontré preguntándole si tenía hijos, para tener una idea de su estado de vida. Ella me contestó algo de que no estaba en relaciones. Mmm…ella era como yo. Pronto dejé de lado la atracción que sentía y me aseguré en mi llamado al celibato.
En Noviembre de 2007 unos amigos pusieron Estaciones de la Cruz en el fondo de su casa quinta. Kirsten iba a ir con otras veinte personas de la iglesia a celebrarlo. Todos teníamos que encontrarnos en la iglesia. Kirsten estaba esperando en el frente cuando llegué con mi auto, pero no había allí nadie más. La levanté y fuimos a ver el estacionamiento de atrás de la iglesia y allí estaban todos. Kirsten casi salió de mi auto para ir al de mis amigos Dennis y Angelina y me encontré diciéndole que esperara, que viniera conmigo mientras sostenía la puerta que ella quería abrir. Así terminamos viajando en el auto durante una hora. Hablamos de Dios y de la vida. Yo estaba terminando de escribir una canción llamada “Across”, ella me dio muy buenas sugerencias. Cuando llegamos y bajamos del auto ella se adelantó y “¡BOOM!” su aspecto me quebró (estoy siendo políticamente correcto aquí). Rápidamente dije: “perdóname Señor” y traté de no mirarla ni pensar en ella, lo que por supuesto era totalmente imposible y pasamos juntos la mayor parte del día, me estaba dando cuenta cuanto me gustaba.
Cuando ya me iba le pregunté si quería que la acercara. Ella aceptó acompañarme a cenar con mi sobrino a quien yo tenía que cuidar esa noche. Fue un poco difícil porque él estaba con mal carácter y no quería hablar. De modo que yo me estaba haciendo el payaso para tratar de hacerlo salir de sí mismo, lo que funcionó bastante bien. Kirsten tenía sobre todo un gran sentido del humor.
La llevé hasta la National House of Prayer (NHOP), donde ella vivía y era parte del staff. Ellos reciben equipos de jóvenes y misioneros de oración de todos los puntos del país que llegan a orar por el gobierno y a visitar a los miembros del Parlamento.
No nos vimos mucho en persona después de eso porque me había dado cuenta cuanto ella me atraía y trataba de mantener distancia para proteger lo que pensaba era mi vocación al celibato.
Yo viajaba como artista cristiano a diferentes lugares como Guam, Guatemala, Dubai, India, Polonia, Alemania y a través de todo Norteamérica. Estaba trabajando tiempo parcial en internet para hacer sitios web accesibles a personas con discapacidad. Continuamos contactándonos via email. De todos modos yo me seguía diciendo a mí mismo que debía ser cuidadoso de una amistad con algo de romance subyacente. No podía imaginarme la experiencia que estaba por venir e iba a cambiar mi vida. Tenía muchas líneas de defensa cubriendo mi corazón para asegurarme de no enamorarme.
Me sorprendió que Kirsten se hiciera católica en Noviembre de 2007 y fue en su fiesta de Confirmación en la casa de Pam Howe que no pude evitar reconocer que había química entre nosotros y pienso que muchos de sus amigos también lo notaron. Pero yo estaba comprometido a mi casta soltería en el Señor.
En febrero de 2008 fui a Tierra Santa. Fue increíble visitar los lugares en los que Jesús caminó, enseñó y vivió. Me puse a trabajar con todo en hacer buena fotografía, tomando fotos a medida que viajaba.
Cuando estuve en Nazaret visitando la Iglesia de la Anunciación, en donde los historiadores dicen que María respondió al Arcángel Gabriel (Lc.2,38) con su “sí” para recibir a Jesús; tomé fotos y oré en aquél hermoso lugar. Pero estuve un poco distraído. Me registré para alquilar una habitación donde las Hermanas de Nazaret y sentí que debía volver a la Iglesia. Sentí que no debía llevar la cámara esta ve, sino que debía hacer oración sin distraerme. Fue la primera vez que en Israel salí sin mi cámara.
Había un gran agujero en el cielorraso que permitía ver y escuchar lo que pasaba en el nivel superior, en donde había un lindo coro cantando vísperas. Estuve de rodillas durante 5 minutos y sentí que me tenía que sentar en el piso. Había unos pocos peregrinos que se fueron y me encontré solo, en la luz tenue de aquel lugar santo; lo cual era raro dado que es un sitio que atrae cientos de miles de peregrinos cada año.
Me imaginé a María en el mismo lugar, 2000 años antes y sólo había tiempo entre ella y yo para decir “sí” y aceptar a Jesús (Lc.1,38). Dejé todas mis preocupaciones y pensamientos y me dejé llevar por la música angelical del coro que cantaba arriba. Después escuché estas palabras en mi interior:
"Hugh, mírame, mírame a los ojos... Hugh quiero que te cases con Kirsten, YO QUIERO que te cases con Kirsten, yo quiero que TU te cases con Kirsten”
Era la misma voz que había escuchado en 1997 diciéndome: “tú no quieres eso [el matrimonio], tú me quieres a mi”. Había escuchado aquella voz muy pocas veces en mi vida. Me preguntaba si no era sólo mi propio interior. Después escuché: “He hablado” y de allí nada más. De repente sentí un amor increíble hacia Kirsten que salía de los más profundo de mi ser. En el mismo momento el coro calló y las campanas comenzaron a sonar las campanas. ¡A Dios le encanta el teatro!
Foto: Basílica de la Anunciación, Nazaret, Israel. Tomada por CatholicBridge.com una hora antes de la meditación. Es de notar que esa área alrededor de la gruta que siempre tiene mucha gente, estuviera vacía.
Me senté por unos minutos más en silencio, perplejo ante este cambio de dirección para mi vida. Volví a mi habitación y dejé todas mis cosas antes de volver a la Gruta a las 7pm. Me senté a orar y no sentí que el Señor quisiera cambiar de idea o que yo estuviera escuchando cosas. Entonces me pasó algo que nunca antes. La conversación continuó, justo donde había quedado. No fueron solo unas pocas palabras como en las otras dos veces que había escuchado esa voz en mi vida (en 1988 y 1997)
Escuché en mi interior: “Kirsten te puede dar lo que yo no puedo y Yo puedo darte lo que ella no puede”. El diálogo continuó y yo pronuncié una larga letanía de mis miedos sobre el matrimonio a lo que una por una escuchaba “yo voy a encargarme de eso” con una respuesta específica para cada preocupación.
Volví a mi habitación y escribí en mi diario:
“Te agradezco por esta palabra, porque no puedo tomar decisiones fundamentales en mi vida basado sólo en lo que hay en mi cabeza. Necesito una confirmación por medio de la dirección espiritual y las circunstancias externas. Es el modo como Ignacio (el fundador de los Jesuitas que escribió sobre el discernimiento adecuado) hubiera querido”.
Pero sin embargo, a partir de allí, estuve totalmente enamorado. Pensé en comprarle un anillo pero sentía que era como demasiado. Le compré un vestido que estaba colgando fuera de una tienda cerca de la Basílica. Fue la primera vez desde que me hice cristiano que había hecho algo así. Mi corazón estallaba.
Al volver a Norteamérica le dejé un mensaje a Kirsten en su contestador desde el aeropuerto de Detroit, pidiéndole encontrarnos para escuchar su historia. Estaba registrado para un retiro ignaciano en Toronto la semana siguiente, era en parte para discernir mi vocación [o no] al sacerdocio, una vez más. Quería encontrarme con Kirsten antes de empezar ya que parecía era conducido en una dirección diferente, hacia el matrimonio con ella.
Le conté a un par de amigos muy cercanos sobre mi experiencia en Nazaret y de como sentía que Dios me llamaba al matrimonio con Kirsten. Ellos me preguntaron con cierto sarcasmo: “¿No te parece que debieras preguntárselo a ella, ella tendría que dar su opinión sobre eso?
Nos encontramos en el Starbuck’s de Rideau street en Ottawa. Hablamos durante tres horas. Ella mostró mucho interés, lo que consideré un signo de confirmación. Escuché su historia y le pedí que rezara por mí mientras estuviera en el retiro para tomar “una decisión importante” sin mencionar que se trataba de discernir proponerle matrimonio.
Antes del retiro vi a mi director espiritual en Ottawa y el me estimuló a seguir el camino del discernimiento basado en mi experiencia en Israel. También me sugirió que dejara de darle vueltas al tema sacerdocio durante el retiro porque había discernido previamente que no era mi llamado.
Llegué a Toronto. Cuando entre en la habitación que me tenían preparada me quede boquiabierto. Había una pintura de la Anunciación en la mesita de noche. Idéntica a la pintura de abajo.
La Iglesia en la que había escuchado: “Hugh quiero que te cases con Kirsten” era de hecho donde la Anunciación había ocurrido.
Había una gran fotografía en la pared del living. Era el lugar exacto donde yo había estado en la Iglesia de Nazaret cuando viví esa experiencia. En la cocina había otra imagen de la Anunciación. Comencé a pensar que era una pérdida de tiempo pasar el resto del fin de semana discerniendo. ¡El Señor lo había confirmado!
La mañana siguiente abrí mi Biblia durante la Adoración Eucarística. Mis ojos cayeron en el versículo: “Es una trampa para el hombre consagrar algo a la ligera y recapacitar después de hacer un voto” (Prov. 20,25) Esto me hizo dudar grandemente, aún cuando, interiormente sabía que era nada más que una invitación a un discernimiento apropiado. Comenzó una “montaña rusa” emocional, y pesadillas que me hacían dudar. El sacerdote del retiro dijo: “No debes basar tus decisiones en los sueños o miedos que hayas experimentado este fin de semana. No se trata de esto el proceso [de discernimiento]”. Él estaba lleno del Espíritu, era un sacerdote que respiraba Biblia pero yo no lo escuché. Mis miedos y mis deseos de “hacer lo correcto” me impulsaron a escribirle a Kirsten:
“Estuve despierto toda la noche y la final creo que recibí mi respuesta. Mi llamado al celibato ha sido reafirmado. Es como una daga y su filo me pone de rodillas ante Jesús. Al final es donde necesito estar en estos cortos días de humanidad… tu transparencia, integridad, belleza, pureza y decisión de por vida de seguir a Cristo son algunas de las muchas cualidades que te hacen increíble… no puedo decirte cuanto sacrificio me cuesta esto hoy. Sé que eres una piedra preciosa que se encuentra sólo una vez en la vida. Sin embargo en mi corazón realmente creo que esto es lo mejor para los dos en el largo plazo. Sé que Dios tiene un plan increíble para tu espíritu inocente”.
No me atreví a mandar el email. En su lugar la llamé por teléfono y le dije que por bien de los dos debíamos dejar de contactarnos. Sabía que fuera de ella nunca había considerado o consideraría como posible matrimonio y era muy difícil abrirme. Me hizo acordar del libro de Kierkegaard "On Fear and Trembling" en el que el protagonista dejaba lo más precioso para él, su única novia Regina, para seguir el camino de la fe.
No le mostré a Kirsten el vestido que le había comprador en Nazaret.
Mis giras como músico cristiano continuaron y me encontré a Kirsten en el Congreso Eucarístico en Quebec City, en mayo de 2008, donde yo estaba tocando. Hablé con ella un par de veces. Traté de ocultarle mi atracción pero no pude sino abrazarla cuando llegó a mi stand de CDs con su amiga Margarita. No podía sacarla de mi mente y la buscaba en todo el estadio. Aparentemente Margarita le dijo a Kirsten que era raro que un tipo llamado a la castidad le diera ese tipo de atenciones. Estaba en lo cierto.
Varias personas me sugirieron comprar un “Anillo de castidad” como declaración de mi compromiso al celibato. En julio de 2008 estaba de gira en la India y me compré uno muy bueno de oro. Después de haberlo comprado, en una meditación sentí que no debía usarlo. Eso me confundió. De modo que lo puse en un cajón y nunca más lo usé. No entendía porqué no debía usar ese recordatorio de mi vocación al celibato.
En la misma gira me agarré una gripe muy fuerte y se perdió mi voz por completo en un concierto ante varios miles de personas. Fue la vuelta de un antiguo problema que me había costado la carrera en New York muchos años antes. Estaba devastado. No pude volver a cantar profesionalmente desde entonces.
Volví a Ottawa y me enfoqué en mi trabajo con personas discapacitadas y web design accessible. Pensaba que Kirsten se estaría por casar pronto con otra persona y mi corazón estaba roto.
Mi vida comenzó a desestabilizarse emocionalmente. Las paredes que había construido para protegerme y mantener mi pureza mientras estaba de gira comenzaron a caerse y más y más mi amor por Kirsten reaparecía. Durante este tiempo pasé por varios momentos de “soltar” y sanar. Fue humillante.
Durante una meditación me vi en el cielo. Vi a Kirsten a una cierta distancia y corrí a abrazarla. Fue un reencuentro increíble, verla en el cielo y alegrarnos de que los dos llegamos y finalmente empezamos a hablar. Cuando la meditación terminó miré hacia afuera, un día frío de invierno, y mi soledad.
Me hice una rutina de trabajo, misa diaria, oración y tocar la flauta en la misa de 9am. Sabía que el bus de Kirsten llegaba a las 10,47am para la misa de 11am. Y que podía verla si no me apuraba a salir. Casi siempre trataba de evitarla, para no poner más estrés ni en ella ni en mí. Los meses pasaron y casi no nos veíamos.
Un día en el salón de la Iglesia estaba hablando con mi amiga Pam Howe, la misma que nos había presentado. Kirsten pasó cerca y le dije a mi amiga “todavía la amo, sigo pensando en pedirle que se case conmigo”
Pam contestó: ¿Y por qué no se lo dices?
No esperaba esa respuesta. Le di mi clásica contestación: “porque creo que he sido llamado al celibato y creo que es lo que el Señor me ha mostrado”.
Sus ojos se abrieron grande y me susurró: “No creo que hayas hecho un buen discernimiento. Ustedes serían una gran pareja”.
Un día nos cruzamos con Kirsten cuando ella iba camino a la iglesia. Mi corazón saltaba cuando paré mi bicicleta para decirle “Hola”. Me preguntó cómo andaba y le dije: “Kirsten, es el peor momento de mi vida desde que soy cristiano. Estoy totalmente desecho y sufriendo increíbles cambios en mi vida. No puedo cantar, apenas puedo hablar y siento que realmente estoy hecho un desastre”. Ella se acordó de un sueño que había tenido en el que el mensaje era que yo estaba sufriendo para aprender la obediencia a Nuestro Señor. Me pregunté si mi falta de obediencia era no haber aceptado la invitación en Nazaret a casarme con ella y me empecé a cuestionar si había discernido correctamente. Le pregunté si estaba pensando en volver a Calgary. Me dijo que No, que estaría en Ottawa en forma permanente. Me sentí como liberado aunque pensaba que nunca iba a tener nada con ella.
Durante la oración de la mañana sentí en mi cabeza: “¿Por qué no te casas con Kirsten? Y dije: “Señor es cruel que permitas que esto venga de nuevo a mi cabeza cuando estoy llamado al celibato”. Y más y más quería llamarla. Casi la invito a la exhibición de arte del Vaticano que presentaba la National Gallery el sábado 22 de agosto de 2009, pero me contuve.
Un par de días después, el lunes, le estaba ayudando a mudarse a mi director espiritual. Él me dijo: Hugh ¿quieres esto? Mis ojos se abrieron de par en par cuando vi que me ofrecía una talla en madera de la Anunciación (ver foto). Le agradecí, la llevé a mi casa y la puse sobre mi cama, extrañando a Kirsten.
Tres días después, el 28 de Agosto, estaba cansado y me fuia a dormir a las 10pm, una hora antes que de costumbre. El teléfono sonó pero no quise salirme de la cama para atender. Me desperté a las 4am y comencé a orar. En el silencio de la noche sentí lo que puedo describir como algo así como una bruma sobre mí. Cuando traté de entenderlo, tuve la sensación que era mi amor por Kirsten. Sentí que descendía sobre mí, que se movía por dentro y por fuera de mí. Estaba completamente cubierto con eso y no lo podía negar. La amaba más que a nada ni a nadie en este mundo.
Cuando salió el sol, a eso de las 7am, mire mi celular; algo que casi nunca hago en las mañanas. El identificador decía: “Kirsten Harty”. Los ojos se me salieron de lugar. La llamada de la noche anterior era ELLA y era totalmente inesperado porque ella sólo me había llamado dos veces desde que nos conocimos y eso ocurrió dos años antes.
Y eso fue suficiente, tenía que hacerlo. La llamé. Me respondió: “Ay Hugh, mil disculpas, probablemente te preguntarás porqué llamé. Cometí un error cuando discaba al número de mi amiga Linda”. Le dije “Kirsten, no es por eso que te llamo, no puedo dejar de pensar en ti” Ella me contestó: ¡Oh yo tampoco! Me dijo: “Hugh, eres como una punta de flecha, volando muy rápido para el Señor, tengo miedo de detenerte” y me escuché respondiéndole: “pienso que voy corriendo derecho a estrellarme contra una pared sin ti. Te amo. Veamos qué es lo que el Señor tiene en mente para nosotros”.
Siguió una larga conversación y comenzó nuestro camino como pareja. La llevé a conocer a todas las personas en mi vida, incluyendo a mi familia.
Foto: Kirsten,7 de Septiembre de 2009
Sin saber nada de mi experiencia en Nazaret, un gran amigo y mentor por 20 años, la persona más intuitiva que conozco me dijo: “Hugh tienes que preguntarle a Kirsten si se quiere casar contigo y debes hacerlo pronto”
A lo largo de los años él me había ayudado a tomar docenas de grandes decisiones que cambiaron mi vida. Esta era una nueva confirmación.
Al día siguiente Kirsten se fue de campamento con sus amigos por una semana. Durante ese tiempo hablé con mi director espiritual en Ottawa. Llamé a mis amigos confiables del grupo de hombres a quienes conocía desde hace años y hablé con amigos y mentores. Todos me apoyaron. Incluso contacté a un sacerdote y autor, Keith Clark que escribió un libro muy conocido sobre la experiencia del celibato que por años había sido mi manual para mantenerme en ese estado. Él accedió cordialmente a hablar conmigo por teléfono. Le conté mi historia, pensaba que me contestaría algo así como: “oh sí, son muchos los signos que indican que estás cayendo de tu llamado al celibato, mira tienes que hacer tal o cual cosa para sostenerte” Para mi sorpresa no fue eso lo que me dijo sino esto que sigue:
“Wow, es buenísimo que estés enamorado. Mi libro lo escribí para gente que ha hecho un voto público, como el sacerdocio, una comunidad de monjas o frailes…tú no has hecho esa promesa pública. Está perfectamente OK que cambies de idea y te cases”.
El viernes antes de que Kirsten vuelva del campamento contemplaba como sería mi vida si permanecía célibe. Allí mi mente se fue hacia la escena final de “2001 odisea del espacio”. No había visto esa película desde que tenía 10 años, de modo que mi memoria era muy vaga. Pero recordaba ese hombre comiendo solo con el eco del sonido de la vajilla resonando en las paredes. Lo encontré en You Tube cuando terminaba de cenar y me llené de lágrimas.
Usualmente estaba contento viviendo como soltero, casi nunca estaba solo. De modo que el vacío que experimenté mientras miraba aquella escena parecía aún más pronunciado. Era como si el Señor me mostrara que sería muy infeliz si llegara a viejo sin ella.
Me fui a la Iglesia para hacer adoración después que terminé de cenar. Le dije: “Señor sólo quiero tu voluntad en todo esto” Cerré mis ojos para meditar y vi a Kirsten en medio de una pradera bella y vestida de blanco. Su cabello se movía con la brisa y me acerqué a besarla. [dije entonces] ¡Gracias Señor!
Mi amiga Frances Wilkinson una vez me dijo: “sabes Hugh, a las mujeres les gusta ser perseguidas”. Nunca había escuchado eso antes; yo había crecido en una cultura superfeminizada en la que se trataba de evitar que el hombre tomara la iniciativa. Pensaba que un hombre que persiguiera a una mujer era de un tipo agresivo.
La noche que Kirsten volvió de campamento fuimos juntos a misa, y después hablamos hasta la media noche. Le dije: “te estoy persiguiendo” ¡Y a ella le gustó!
La siguiente semana tenía que dar mi testimonio en un fin de semana “Vida y familia” de pro-vida en Toronto, en el que también hablaría el Arzobispo Collins. Le pedí a Kirsten que me acompañara y nos contamos historias personales en el auto en un modo abierto, honesto, transparente y hasta vulnerable. En Toronto ella quedó con las monjas y yo con los sacerdotes. ¡Les pedí a las monjas que no me la retuvieran!
Al día siguiente de llegar, nos sentamos en una mesa de picnic detrás de la Iglesia y nuestra conversación se hizo muy profunda. Kirsten tenía conflictos con algunos puntos de mi historia personal y tenía serios pensamientos. Se preguntaba si este no era un nuevo paso en falso.
Me encontré orando por ella para que le sea mostrado el camino correcto y fuera sanada de cualquier herida que tuviera que ver con relaciones anteriores con algún hombre. Ella explotó en llanto y lloró profusamente durante 10 minutos mientra yo oraba.
El p. Daniel Mentesana tomó esta foto con su cellular durante aquella conversación sin saber lo que estaba ocurriendo.
Le dije: “Yo no quiero retenerte en un deseo de matrimonio y familia si sientes que estás llamada en otra dirección. ¿Quieres tomar un tiempo para pensar si quieres que continuemos? En medio de un montón de lágrimas ella me dijo: “Tengo la respuesta ahora mismo”. Con miedo y tibiamente le dije: “¿quieres compartirla conmigo?
Ella me contestó: “Tú eres ese que es para mí”
Todo lo demás en mi visión periférica desapareció y sólo podía ver su rostro. Fue como si el tiempo se hubiera detenido. Una ola de valentía y certidumbre me inundó y le pregunté:
“Kirsten: ¿Te casarás conmigo?”
Ella respondió: ¡Sí! Con lágrimas corriéndole por el rostro. Encontramos un hermoso anillo en una joyería de los alrededores y al día siguiente anunciamos nuestro compromiso durante el evento. Había un espíritu de celebración en la multitud. Hablamos juntos de pro vida y de la castidad. Fue asombroso. Juntos nuestras charlas eran mucho más exitosas que cuando lo hacía yo solo. El trabajo de Dios en nosotros había comenzado.
Aqui estamos al día siguiente, en la misma mesa en la que le propuse matrimonio. Kirsten luce su anillo.
La foto la tomó Pedro Guevara Mann de Salt and Light TV
Eso fue en septiembre de 2009. Ahora me doy cuenta que el Señor me había mantenido soltero por veinte años preparándome para este tiempo y para esta mujer increíble. Nos casamos el 1 de Enero de 2011.
Dios me dio la gracia de tomar la resolución y la certeza de que esta era su voluntad por medio de numerosas confirmaciones. La duda ya fue y el futuro está delante de nosotros. Sabemos que con la gracia de Dios podremos afrontar los desafíos que tenemos por delante.
Señor, contigo en el centro de nuestras vidas y de nuestro matrimonio caminaremos hacia adelante en medio de las tormentas que aguardan en el futuro a los cristianos en Norteamérica. Con fe, esperanza y amor tenemos la certeza de que Tu proveerás y que el amor vencerá.
Para ver la historia de Kirsten haz click aquí